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domingo, 11 de septiembre de 2011

De lo que somos capaces


Siempre he pensado que la estupidez humana era tan increíblemente enorme que solo podía equipararse con su capacidad para hacer el mal y la cantidad de años de Sara Montiel.

Esta teoría quedo irremediablemente confirmada el 11 de septiembre de 2001. Recuerdo que por aquellos tiempos era un anti nini, es decir, un estudiante de publicidad y relaciones públicas que trabajaba de lunes a sábado en una farmacia (recordarme que otro día os hable de lo que es, o era, trabajar en una) recuerdo que era martes, porque no estaba especialmente cabreado (no era lunes) ni alterado (no era jueves-viernes) y que había vuelto a casa para comer y como buen español me preparaba para dormitar mientras veía las noticias.

Recuerdo a Matías Prats empezando el telediario de las 15:00, para los de la Logse la 3 de la tarde, y recuerdo como comentaba que parecía que una avioneta había chocado contra una de las torres, recuerdo que pensé que inútiles estos americanos para chocar contra un edificio hasta que vi la segunda llamarada, y me quedé paralizado "la otra torre Ricardo, la otra torre!" y "Dios Santo... es otro avión!" le decía Prats al malogrado Ricardo Ortega mientras este, por primer vez, se quedaba sin palabra a mitad de la frase.


Tras este momento, los ojos como platos, el mando cambiando entre noticiarios mientras el rumbo del mundo cambiaba en paralelo y el resto de los acontecimientos que, por desgracia, todos conocemos perfectamente. Me acuerdo de mi madre (te echo de menos cada día) diciéndome ya verás la que se va liar, ya verás la que se va a liar.

Ese día de hace ya 10 años, se dice pronto, el ser humano demostró de lo que es capaz, pero si me lo permitís amigos míos me voy a quedar con lo que demostraron cientos de héroes anónimos, policías, bomberos, civiles de las Torres o simples ciudadanos que arriesgaron sus vidas y muchos de ellos las perdieron, tratando de salvar, ayudar y proteger a otras personas sin importarles raza, religión, edad, etc.

Si me permitís, una década después, me voy a aferrar a esa demostración de lo que el ser humano es capaz de hacer, ya que es esa la virtud que tiene el hombre y la mujer, en cada uno de ellos está la capacidad de ayudar al prójimo de corazón y sin esperar nada a cambio.Y es esa capacidad la que me hace albergar cierta esperanza de que podamos hacer un mundo mejor, con menos Salvames, menos crispación, odio y desigualdad.

La otra demostración a la que asistí aquel día y los días, meses y años posteriores, de unos y otros, si me lo permitís, la voy a guardar en el mismo sitio donde pongo todo aquello que no me gusta, en Telecinco y en el cuarto cajón de la encimera de mi cocina, para que nunca lo vuelva a ver.

A todos los que fallecieron ese día, a todos los que han fallecido posteriormente a consecuencia de aquel día, descansen en paz y un especial saludo a la familia de Ricardo Ortega, fallecido haciendo lo que más le gustaba, informándonos con rigor y valentía.



Sed buenos o disimular lo mejor posible.

2 comentarios:

  1. Apúntate otra matrícula, crack.

    MoN.

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  2. Una matrícula os merecéis los que me seguís y apoyáis.

    Muchas gracias!

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